GOYA 2020: DIRECCIÓN Y DIRECCIÓN NOVEL
Las dos categorías que premian el trabajo de
dirección (Mejor director y Dirección novel) son de enorme relevancia. La
primera, porque ayuda mucho a consagrar o a relanzar la carrera de un
realizador; y la segunda, porque habrá de suponer para el premiado un gran espaldarazo
en su comienzo en este mundillo tan difícil del cine. En el caso de los
directores que ya pertenecen a la industria, esta categoría de Mejor dirección
suele ir asociada normalmente a la de Mejor película, aunque no siempre
coinciden (como ocurrió el año pasado, en el que todos dábamos por ganadora a El reino, tras recibir Sorogoyen el cabezón al mejor director, pero acabó ganando la película de Javier Fesser, Campeones). Más relevancia (al menos futura) tiene si cabe la segunda categoría,
la de Dirección novel. Para estos jóvenes (en su mayoría) directores noveles,
recibir este galardón incrementa mucho las posibilidades de abarcar proyectos
más ambiciosos y de empezar a consolidar los cimientos de una importante
carrera cinematográfica.
Vamos primero con los nominados a Mejor dirección.
Oliver Laxe (O que arde) tiene aún una corta filmografía (esta es su tercera película), aunque
por su edad (solo 37 años) es perfectamente entendible. Es indudable que su labor
tras la cámara en este trabajo es asombroso: consigue una atinada mezcla entre
la denuncia ecológica, el documental, el cine social y la pura poesía visual.
Todo ello con actores no profesionales. Mucho mérito, valentía con el casting y
muy buenas ideas (sobre todo a nivel visual).
Aitor Arregui, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga dirigen, al alimón, La trinchera
infinita. Curioso trío de buenos y afamados directores ya,
que han colaborado en ocasiones, aunque es la primera vez que se unen los tres.
Aitor y Jon ya estuvieron
nominados, como en esta ocasión, a Mejor película y Mejor dirección en 2018 por
Handia, la preciosa historia del gigante de Altzo. Mientras que Jose Mari y el propio Jon recibieron la
nominación a Mejor película en 2015, por Loreak. Así que los tres ya saben lo que es rozar estas lides. Desgraciadamente,
creo que también se van a quedar con la miel en los labios esta vez. La trinchera infinita es una magnífica película y en su realización se aprecia un gran trabajo
de ambientación y de dirección actoral. Pero creo que en esta categoría (como
en el de Mejor película del año), el duelo entre Amenábar y Almodóvar esta servido.
Almodóvar, Amenábar, Laxe y Arregui, Garaño, Goenaga
Y en este caso, como en la otra nominación, me vuelvo a decantar por el manchego. Alejandro Amenábar ha hecho un trabajo grandioso y valiente con Mientras dure la guerra. Es una película muy bien documentada, que también brilla por su excelente fotografía (esa Plaza Mayor de Salamanca ocupada por camiones y soldados en el inicio de la película es impactante). Es una película a la que no le sobra ni le falta apenas nada. Su ritmo narrativo es ideal. Pero el amigo Amenábar se topa con un competidor, me temo, imposible de vencer. Sigo en mis trece y creo que va a ser la noche de Pedro (¿presentará la categoría Penélope Cruz?; de ser así, la cosa estaría cantada, me atrevería a decir). Ya he comentado en otros artículos anteriores lo grande que es Dolor y gloria. Desde el punto de vista de la dirección, es una película perfecta también: por el manejo de los flashbacks y las distintas tramas que se mezclan a través de ellos; por la luminosidad, la música y el colorido (marca de la casa); por la poesía que transmite en muchos momentos; por esa nostalgia triste que contrasta con el humor más sosegado de toda su filmografía; pero también por el tono pausado y contenido, sin caer jamás en los excesos ni en los histrionismos de otros títulos anteriores. En ese sentido, es la película más sensible y templada de Pedro Almodóvar. También es maravillosa por lo que cuenta, por lo que confiesa y por lo que supone de cara al futuro. Es un a pesar de todo, sigo aquí.
En cuanto a la categoría de Mejor dirección novel, gratas
sorpresas.
La primera la protagoniza Salvador Simó Busom, con la película de animación Buñuel
en el laberinto de las aceitunas. Una historia
basada en el cómic de Femín Solís, que cuenta la famosa aventura que emprendió Luis
Buñuel junto a su amigo Ramón
Acín en la grabación de su polémica película documental Las Hurdes. Tierra sin pan. Este primer largo de Simó es una verdadera delicia para los sentidos (gráficamente es estupenda y
su banda sonora, una joya); pero también es una película bien escrita (él mismo
firma el guion junto con Eligio R.
Montero) y me parece un gran acierto de la realización lo de
intercalar anécdotas reales, con la ficción narrativa y con fragmentos del
verdadero documental de Buñuel. Estupenda.
Simó, Gaztelu-Urrutia, Funes y Moreno
Otra sorpresa la ha dado Galder Gaztelu-Urrutia con su alegórico trhiller El hoyo (que, además, ha funcionado bastante bien en taquilla). A mí me parece buena película, pero no me gustó tanto como a muchos críticos. Me parece que tiene un arranque alucinante, muy original, pero va cayendo, a medida que avanza el metraje, en situaciones demasiado repetitivas y metáforas demasiado explícitas. Me gusta el discurso social, pero creo que está excesivamente subrayado el mensaje en un desenlace que se ve venir. Aun así, es un gustazo descubrir propuestas tan originales y valientes. Interesante director, sin duda. Habrá que estar pendientes de él.
Ventajas de
viajar en tren no me gustó. Directamente. Así que mi voto no iría
para Aritz Moreno en esta categoría. Me parece una película que quiere jugar con los
equívocos constantes, con una narrativa tramposa y una estructura de muñecas
matrioskas más interesada en sorprender o provocar que en contar una
verdadera historia. Me sobra también la escatología exagerada de la película
(que no creo que aporte demasiado). Moreno mezcla varias historias distintas en este puzle y, sinceramente, solo
una me parece divertida (en la que aparece Macarena
García). Las otras me resultan aburridas o, esencialmente,
desagradables. Entiendo que el objetivo de la película es engañar y provocar al
espectador. Pero lo segundo me aburre y lo primero fracasa, pues a la media
hora de película ya ves por donde van los tiros y dejas de buscarle sentido a
muchas situaciones. En su descargo hay que decir que es una película que ha
provocado reacciones muy positivas y muy negativas, sin término medio. Yo me apunto
a las negativas, lo siento.
Mi favorita es Belén
Funes, por La hija de un
ladrón. ¡Qué gran película ha hecho esta jovencísima
directora (36 años) en su debut en un largometraje! Para mí, es una de las
mejores películas del pasado año, como dije en un post anterior (25 mejores estrenos de 2019). Una pequeña joya rodada desde el más crudo naturalismo en
lo que se refiere al estilo (los primeros planos, el sonido, los silencios) y a
la crudeza de su historia (dura, realista, tan cotidiana como dolorosa). Una
película que huye completamente de cualquier artificio para centrarse en lo
esencial, en ese fragmento de desamparada realidad que capta tan bien Belén Funes con su manejo
visceral de la cámara. Gran película.
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